miércoles, 11 de mayo de 2011

guerra o revolucion en el 36

En el año 1931 con la proclamación de la 2º República, dio comienzo en España una etapa culminante en la historia de la lucha de clases en la que se vería enfrentado y reflejado un largo proceso de enconamientos sociales que precisamente se agudizarían sobre los años treinta. De esta forma subieron al poder las llamadas “capas liberales o democráticas de la burguesía”, las cuales tratarían de llevar a cabo una serie de reformas que solucionaran al menos en parte, la gravísima situación social y económica que atravesaba España en aquellos años en vueltos en la crisis mundial de 1929.
Sin embargo no se trataba más de una nueva maniobra de la burguesía española ante el enorme empuje de las masas: era un intento burgués de “perder un poco antes de perderlo todo”. Pero por entonces la burguesía había perdido todo su papel progresista en el desarrollo de la economía, no era capaz de solucionar  convenientemente  ninguno de los problemas de la clase obrera ni del mísero campesinado, ya que la resistencia de la oligarquía (especialmente de grandes terratenientes) hacía desesperadamente lenta e insuficiente cualquier intento de reforma, y sólo la acción directa de las masas (Huelgas, manifestaciones, ocupaciones de tierras, etc.), fue capaz de arrancar a la burguesía cualquier reivindicación de la clase trabajadora.
De esta forma los gobierno republicanos se colocaron entre la espada y la pared: por un lado las masas exigían cada vez con más fuerza el cumplimiento de las promesas que se les hacían, y por otro la oligarquía  no se mostraba dispuesta a conceder ni “una sola reivindicación” más a la clase obrera en un momento tan grave de crisis económica mundial. Ni al proletariado ni a la burguesía les convenía, pues un gobierno republicano liberal incapaz de atender las demandas de la clase obrera e incapaz de reprimir las organizaciones obreras tal como exigía a gritos la burguesía nacional.
Ni a unos ni a otros convencía por tanto la “alternativa republicana” y así se perfilaron dos únicas salidas factibles: para la clase trabajadora la única solución real a sus problemas era la Revolución Social; para la oligarquía terrateniente la única garantía de seguir manteniendo sus gigantescos beneficios y privilegios era la instauración de un régimen fascista que aniquilara todo tipo de organización obrera con todas las consecuencias que implicaba lo mismo.
EL LEVANTAMIENTO FASCISTA
Así, mientras las direcciones de los partidos y sindicatos obreros (CNT, UGT, PSOE, PCE, POUM, etc.) se aliaban con los republicanos liberales, la oligarquía preparaba un golpe reaccionario, cuyo único apoyo de principio sería el de algunos sectores del ejército, ya que la Falange no había encontrado en las clases medias  el apoyo de masas que el fascismo tenía en Alemania e Italia. Ante este inminente peligro de golpe reaccionario PERFECTAMENTE CONOCIDO POR AZAÑA Y LOS DIRIGENTES OBREROS DEL FRENTE Popular, las medidas que tomó el gobierno republicano recuerdan por su ineficacia y timidez al Chile de Salvador Allende sólo unos días antes del golpe de Pinochet : en vez de armar al pueblo seriamente, el gobierno se limitó a jubilar a una serie de militares que a pesar de todo, luego seguirían conspirando y colaborando con Franco en el levantamiento; y a destinar a África a los generales más peligrosos (Franco, Mola, etc.). Incluso el 18 de julio el gobierno trataría de ocultar a las masas la noticia del levantamiento fascista.
Franco, como representante de la oligarquía y del fascismo, se enfrentaba no contra la República, sino contra la clase trabajadora y sus organizaciones que amenazaba con la revolución. Y serían los propios obreros, los que obligando al gobierno a armar al pueblo, harían fracasar el levantamiento reaccionario convirtiendo en una guerra civil lo que podría haber sido  un sencillo golpe de estado militar,
Fueron los propios obreros los que recuperaron muchos cuarteles que en principio estaban controlados por oficiales fascistas, mientras que el gobierno del Frente Popular perdía unos primeros días preciosos tratando en vano de Pactar con Franco, en vez de cortar el transporte de tropas moras a través de Gibraltar.
 
DOBLE  PODER 
Pero la clase obrera no respondió sólo al fascismo con las armas sino también con la revolución. A pesar de que las direcciones estalinistas y reformistas de las organizaciones obreras mostraran su apoyo incondicional al gobierno de la República y tratasen de frenar el avance de la revolución con su famosa consigna “primero ganar la guerra y luego hacer la revolución”, la clase trabajadora, especialmente en Cataluña y Aragón, se lanzó al ataque no sólo contra el fascismo sino contra el sistema capitalista en conjunto: las fábricas, las tierras de cultivos, los transportes, las comunicaciones, las aduanas, el comercio y los abastecimientos, cayeron bajo control de los consejos obreros de la CNT y la UGT mientras se organizaban ejércitos  democráticos obreros y milicias de policías obreras  que organizaron la resistencia  contra el fascismo.
 Largo Caballero ocupa el primer puesto de primer ministro de la República y los ministros socialistas y anarquistas  se hacen mayoría en los gabinetes ministeriales nacional y catalán.
Se creó así una situación de “DOBLE PODER” en la que paralelamente subsistirían el poder político, militar y económico de la clase obrera y del gobierno republicano burgués, que no sería totalmente demolido gracias al apoyo de las direcciones obreras tradicionales, que constantemente FRENARON Y TRAICIONARON el avance de la Revolución obrera. La ausencia fundamental de una auténtica dirección marxista revolucionaria, así como el error de que los obreros centralizaran sus consejos y no nacionalizaran la Banca que al continuar en manos de la burguesía permitió a ésta  boicotear las industrias controladas por los obreros, fueron factores que facilitaron el avance de la contrarrevolución en el propio seno de la España republicana. La burguesía así ganó de nuevo paso a paso el control del estado burgués destruido por los obreros a principios del 36.
LA CONTRARREVOLUCIÓN
Los políticos burgueses y sus aliados estalinistas se justificaban argumentando que si en España se llevaba a cabo la revolución se hubiera perdido el apoyo de las democracias europeas como Francia o Gran Bretaña. Sin embargo la República nunca recibió de estas “democracias” ningún tipo de ayuda: mientras Alemania e Italia mandaban Franco armas y tropas con todo el descaro del mundo. El gobierno francés se mantenía en una ridícula pero significativa neutralidad, e Inglaterra decía no intervenir  mientras mandaba dinero a Franco a cambio de futuras concesiones industriales en el País Vasco. La Unión Soviética cuya política era seguida a rajatabla por el PCE (Partido Comunista de España), mandaba un número escaso e insuficiente de armas y a cuenta gotas, mientras su política iba claramente encaminada a frenar la revolución en España por dos motivos principales: primero, que una revolución triunfante en nuestro país hubiera podido provocar un levantamiento de las masas rusas contra la privilegiada casta burocrática del mal llamado partido comunista ruso dirigida en aquel entonces por su líder Stalin, y segundo, que la URSS se había comprometido con Francia e Inglaterra a boicotear toda revolución obrera a cambio de apoyo militar  en caso de que Hitler  atacara la Unión Soviética .Quien no sepa o no comprenda estas cuestiones no puede comprender ni entender el papel nefasto y traicionero de los estalinistas.
Todos estos factores hicieron que la desmoralización de la clase obrera fuera en aumento, al tiempo que la contrarrevolución iba ganando terreno, hasta que en mayo de 1935 a 1937 el bloque (Prieto, Azaña, José Díaz, Companys, etc.) se atreviera a dar un golpe definitivo al poder de la clase trabajadora catalana: suprimieron los comités obreros, las colectivizaciones, derogaron el estatuto catalán y disolvieron violentamente El Consejo de Aragón.
A partir de entonces  todo fue represión: todas las fábricas y propiedades fueron devueltas a sus antiguos dueños (terratenientes y caciques). Los obreros fueron desarmados y sus elementos más destacados  apresados, fusilados o asesinados; el ejército regular volvió a tomar su tradicional carácter burgués.
Las tendencias políticas izquierdistas (Caballero, CNT, POUM, etc.) sustituidos por el gobierno Negrín, llamado irónicamente “gobierno de la victoria”.
Des entonces el frente de resistencia contra el fascismo fue de mal en peor, pues con la derrota de la clase obrera, se perdía la única posibilidad de ganar la guerra en la que la superioridad bélica, material y apoyo internacional del enemigo era clara.
La única posibilidad de haber vencido a las tropas franquistas era el uso “de las armas políticas revolucionarias” que hubieran podido descomponer el ejército enemigo…pero claro estas armas no podían utilizarla el Frente Popular pues no se detendrían solo con eliminar el fascismo sino que hubieran barrido de un plumazo el sistema capitalista en su conjunto.
A partir de 1937 el frente republicano se desmorona totalmente: como había ya pasado con Málaga y Gijón; el País Vasco fue entregado a Franco por los propios republicanos liberales del PNV y Franco partía en dos el territorio republicano después de que Líster (general del PCE) hubiera aniquilado la Comuna de Aragón y hubiera purgado el frente aragonés de los elementos revolucionarios del POUM.
La derrota de la clase obrera española en abril de 1939 significó el fortalecimiento del fascismo europeo y un paso clave para que la Alemania de Hitler se decidiera hacer estallar  la segunda guerra mundial. Por otro lado gracias al apoyo de las “democracias occidentales”, Franco sobreviviría a Hitler y Mussolini, cuarenta años, cuarenta años de represión, salarios de hambre y silencio impuesto. Indudablemente los burgueses “demócratas y liberales “de Europa preferían una España fascista a una España socialista.
LECCIONES.
Estas son pues, las lecciones del Frente Popular de 1936 español, similares a la del Chile de Allende, a las de Brasil de 1964, y de tantos otros casos.
.Lecciones en la que se nos demuestran los catastróficos resultados que para la clase obrera trae consigo una política de colaboración de clases, aún con las capas más liberales de la burguesía. Cierto es que para los trabajadores es preferible un régimen republicano a un régimen monárquico, pero debemos de tener muy claro que nuestra única meta es EL SOCIALISMO, LA DEMOCRACIA OBRERA, sin detenernos en consignas oportunistas, tales como lo de la República en abstracto, que no hacen más que confundir a la clase obrera  en momentos, en que la burguesía y su sistema económico social ha perdido el rol progresista si alguna vez lo tuvo en el desarrollo de las fuerzas de producción y reparto de las riquezas En la actualidad a pesar del colapso de los regímenes estalinistas y de la orfandad ideológica en que se encuentra el movimiento obrero, el Capitalismo se estrangula así mismo y ni siquiera las democracias capitalistas más desarrolladas (Estado Unidos, Alemania, Francia, Japón e Inglaterra etc.) Saben solucionar las crisis tan enorme que produce sus regímenes. Sólo el Socialismo genuino se presenta como alternativa de solución a los problemas de la clase obrera, pequeños propietarios y la Humanidad en su conjunto.
La gran mayoría de los escritos sobre la guerra civil española versan sobre la contienda militar en sí, pero sobre todas las cosas se trataba de una guerra política. Ningún hecho de ella, por lo menos durante el primer año, resulta inteligible si uno no tiene una mínima idea de la lucha ínter partidista que se desarrollaba detrás de las líneas gubernamentales. Nunca será posible obtener una versión  completamente exacta e imparcial de la lucha civil española porque los documentos claves para entenderla no existen…por ahora.